Los «milacres de Sant Vicent»
Los milagros de San Vicente Ferrer, conocidos popularmente por su nombre en lengua valenciana «milacres de Sant Vicent Ferrer», son representaciones teatrales infantiles, obritas dramáticas, que se escenifican en la calle sobre unos escenarios decorados con temática religiosa y conocidos como altares de San Vicente, que pasaron de lo meramente plástico a constituirse en escenarios genuinamente dramáticos.
La representación de los milagros o milacres de Sant Vicent Ferrer constituyen una joya del teatro y, en virtud de su pervivencia multisecular y el número de las piezas escritas, son una de las manifestaciones más significativas del teatro valenciano.
Datos abundantes llevan a creer que en 1817 se abre un periodo que va hasta 1850 y en el cual se puede registrar casi cada año la aparición de un milacre. Así, llegó un momento en el que la corriente teatral y la tradición ornamental de los altares callejeros fueron convergiendo hasta componer esa nueva realidad que ha llegado hasta nuestros días bajo el nombre de milagros o milacres dels altars de Sant Vicent. Este nuevo fenómeno arrancó cuando, en lugares tradicionales de la ciudad, unas compañías de niños, dentro ya del más puro teatro hagiográfico y basadas en la figura de San Vicente Ferrer, efectúan representaciones sobre altars o cadafals (altares de florero) adornados con ricas telas en caprichosos pabellones presididos, generalmente, por una imagen del santo y montados al aire libre en una plaza o calle, o ante la fachada de una iglesia, con motivo de la festividad del taumaturgo valenciano.
Los autores de milagros en el siglo XIX pertenecen a la élite cultural de la época. Entre los autores de cierto renombre encontramos a Vicent Boix, Josep Bernat i Baldoví, Fèlix Pizcueta, Eduard Escalante o Constantí Llombart, entre los que se encuentran representantes de la Renaixença valenciana.
Desde el último tercio del siglo XIX muchos de los autores de los textos de milacres escritos en poesía valenciana fueron miembros de Lo Rat Penat. Así, numerosos e ilustres ratpenatistas forman parte de este elenco de autores de milagros representados desde entonces, y todavía hoy, en los altares vicentinos. Desde los años cincuenta del pasado siglo tiene lugar una interesante revitalización de la creación de milagros.
A partir de 1940 la evolución social valenciana conllevó una importante tendencia al uso del castellano, con la consiguiente y creciente dificultad para poder encontrar niños con un dominio del valenciano suficiente para hacerlos capaces de realizar con dignidad la representación de los milagros en lengua valenciana. Lo Rat Penat era sensible a tal situación progresivamente castellanizante, por lo que, a fin de estimular la calidad lingüística y de expresión valenciana tanto en los llibrets como en los pequeños actores, instituyó un concurso de milagros, organizado en colaboración con el Patronato de la Juventud Obrera, quedando poco más tarde la institución ratpenatista como única entidad convocante y organizadora del concurso.
En 1943 se constituyó la Agrupación Vicentina, que pasaría más tarde a llamarse Junta Central Vicentina de las Asociaciones con el fin de agrupar los esfuerzos y conseguir que no solo las barriadas con sus altares, sino la ciudad entera, celebrasen dignamente cada año la fiesta de su preclaro hijo San Vicente Ferrer.
Decreto 43/2015, de 10 de abril de 2015, del Consell de la Generalitat Valenciana, por el que se declara Bien de Interés Cultural Inmaterial la representación de Los Milagros o Milacres de Sant Vicent Ferrer.