IMPOSICIÓN DE LA MEDALLA DE SAN VICENT FERRER
A LA HONORABLE CLAVARIESA
DISCURSO DEL MANTENEDOR DEL ACTO PEDRO CARCELLER
25 de enero de 2024
Honorable Clavariesa Vicentina, querida Toña.
Excelentísimo Teniente General.
Excelentísima Alcaldesa de Valencia.
Muy Excelente Presidenta de les Corts Valencianes.
Concejala de Fiestas y Tradiciones, y Presidente de la JCV.
Secretario Autonómico de Familia y Servicios Sociales.
Ilustrísimo Vicario General.
Distinguidas autoridades civiles, militares y religiosas; Vicentinos todos; amigos y amigas; bona gent:
Es un privilegio dirigirme a todos ustedes en este día tan especial, en el que nos reunimos para compartir y celebrar nuestra devoción hacia el Pare San Vicent. Por ello, ante todo, mis primeras palabras están dirigidas a expresar mi profundo agradecimiento, no solo por imperativo del deber, sino principalmente por un sincero deseo.
En primer lugar, gracias a Dios y a San Vicent. Gracias a su intercesión, estamos congregados en comunión honrando el testimonio de nuestro patrón, agradeciéndole que orienta nuestras acciones, influye en nuestros pensamientos y da dirección a nuestras vidas. Agradecemos por el valioso regalo de la Fe, que nos inspira a ser portadores del amor divino, un amor sin fronteras y con la motivación de comprometer nuestro servicio a los demás.
En segundo lugar, quisiera agradecer a la Presidenta de la Junta Central Vicentina, a la concejala de Fiestas y Tradiciones, Mónica Gil, y a mi querida Toña Játiva, Honorable Clavariesa, la oportunidad que me han brindado de asumir la responsabilidad de ser mantenedor de este acto tan significativo para la familia Vicentina.
Quisiera, y permítanme este agradecimiento especial, a la Orden de Predicadores, los Dominicos, por ser quienes bajo su hábito me han acompañado desde mi más pronta infancia, primero en el conocimiento de la religión y de la figura de San Vicente, para más tarde profesar y amar nuestra Fe y la vida de nuestro Patrón.
El imponente salón del trono en el que nos encontramos, antiguo refectorio del Convento de Santo Domingo, me lleva a mi siguiente agradecimiento. Gracias a las autoridades militares, no solo por su acogida, sino por su servicio y entrega a nuestra Patria, mereciéndonos nuestro mayor respeto y consideración.
Y, por último, este agradecimiento no sería completo, si no me dirigiera a todos ustedes en su conjunto. Gracias a todos vosotros, vicentinos, familia vicentina, Bona Gent… Gracias por la confianza en mi persona para ser el mantenedor de la Honorable, pero, gracias por mantener vivo el espíritu de nuestro Pare San Vicent.
Llegados a este punto, concédanme, una pequeña confesión. Cuando se me ofrece, en nombre de la Junta Central Vicentina, que asuma la función de mantenedor en el acto de Proclamación de Toña Játiva como Honorable Clavariesa, tengo que reconocer que supuso para mí una sorpresa ciertamente emocionante, embriagada inmediatamente por el vértigo de tal responsabilidad. Mi primer pensamiento fue el de rechazar, pensando en la altura de mis predecesores y en no poder ofrecer a nuestra querida Honorable, los honores que otras personalidades si podrían entregarle. Empero, aquí estoy ante ustedes, les confieso que seguramente tras haberme dejado dominar por la valentía (o más bien imprudencia) propia de la juventud.
Aceptada pues, esta inmerecida encomienda, estoy convencido de que mis limitaciones podrán ser comprendidas por ustedes debido a la admiración y cariño que siento por Toña, acompañada por la profunda pasión que siento por Valencia y las instituciones que la definen, entre ellas, y especialmente, la Fiesta Vicentina mediante la que ustedes mantienen viva la llama de uno de nuestros más ilustres ciudadanos.
Porque la Fiesta Vicentina no es solo un evento festivo, es una oportunidad para reflexionar sobre la paz. La celebración Vicentina, como lugar de común unión de la comunidad, de encuentro y entendimiento desde la diversidad de cada altar, entre personas de distintos orígenes y pensamientos. La Fiesta como lugar en el que sanar y liberar muchas de las dificultades humanas. Aquí, bajo el Pare San Vicent, todos ustedes son uno. Aquí, bajo el Pare Vicent, ustedes elevan a virtud las diferencias, reconduciéndola a la unidad.
El mensaje vicentino, que tan bien conocen ustedes, sigue fresco y actual en su contenido de principios universales, hasta el extremo que muchas de las cosas que predicó y enseñó se configuran como soluciones válidas para los tiempos actuales.
Unos tiempos, en el que nuestro mundo se encuentra en un equilibrio frágil y complejo. Con innumerables desafíos y conflictos, donde los discursos hiperbólicos y los enfrentamientos llegan a lograr la separación de los corazones humanos, la paz se configura como una necesidad y una esperanza que trasciende fronteras y culturas. La paz, ese concepto que va más allá de la mera ausencia de conflictos, se convierte en un anhelo compartido.
En este punto, recordando el trabajo del padre dominico Alfonso Esponera, quisiera invitarles a sumergirnos en la esencia de la paz, a explorar sus dimensiones, a inspirarnos en la vida y enseñanzas de aquel que es reconocido como el «Ángel de la Paz»: San Vicente Ferrer.
Y es que, San Vicente, invitaba y nos invita a no cerrarnos en nosotros mismos sino abrirnos a Dios, y de ese modo dar mayor sentido, clarividencia y nobleza a nuestras vidas. Su mensaje no se limita a la pacificación de las almas; va más allá, alcanzando a las familias, comunidades, naciones y a la Iglesia misma. Al adentrarnos en la riqueza de sus enseñanzas, y esta intervención ante ustedes me ha regalado esa oportunidad, descubrimos que la paz es un camino que comienza en lo más íntimo de cada ser humano y se expande hasta abrazar a la humanidad en su totalidad.
En un mundo marcado por desafíos, tensiones y divisiones, la búsqueda de la paz se convierte en una tarea apremiante y esencial. La violencia, la intolerancia y la discordia ocupan demasiado espacio en nuestros titulares y, en este escenario, es más necesario que nunca recordar las lecciones de aquellos que dedicaron su vida a promover la paz. San Vicente Ferrer, a través de su apostolado y su compromiso con la reconciliación, se erige como un faro de luz en un mundo que la clama.
Así, con el espíritu de unidad y reflexión, adentrémonos juntos en el discurso sobre la paz, inspirados por las enseñanzas del «Ángel de la Paz».
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El dijous 5 d’octubre de 1413, Sant Vicent va oferir una predicació en el poble de Sóller, Mallorca, el qual va partir d’un dels versículs més transformadors de l’Evangeli: “la paz os dejo, mi paz os doy.” El nostre Sant, començà la seua intervenció recordant que la Pau va acompanyar els passos de Jesús des de l’instant del seu naiximent -quan fou cantada i proclamada pels àngels als pastors- fins al moment de la seua Passió, quan la deixa com a llegat als seus. Eixa pau que nosatres, hui dia hem rebut com un gran regal i que hem de custodiar sense condicions, en cor obert.
Fidel a eixe regal, Sant Vicent, contempla una triple dimensió d’esta. La primera, la pau ètica, això és la pròpia i personal; la segona, l’econòmica o domèstica; i finalment, la tercera, la pau política, és dir, la pau universal.
En primer lloc, Sant Vicent, afirma que la pau interpela a cada ser humà, sent d’esta manera qualificada com la pau “personal”. Esta perspectiva resalta la importància de la pau a nivell individual, sugerint Sant Vicent, que cada ser humà té una relació única en este estat d’harmonia, sostenint que este camí cap a la pau personal no sols és beneficiós des d’una perspectiva individual, sino que també és racional i està en conformitat en la voluntat de Deu. Es tracta, essencialment, de buscar i conseguir una coexistència pacífica entre totes les potencialitats que conformen l’essència de cada persona.
És en esta dimensió personal, on nostra estimada Honorable Clavariesa, és interpelada per la pau entregada, i es manifesta en l’elevat sentit de la justícia que té, promovent una cultura interior que abraça la veritat com un bé suprem que, a vegades, fins i tot, com Toña confessa, la convertix en rígida. Perque com diu repetidament: “lo ético es lo ético, lo correcto es lo correcto”, sabent i sent conscient que és en la justícia on es fonamenta la pau.
A continuació, mos parla de la pau domèstica, és dir, la pau en la Domus, és dir en la llar, i que nosatres, estendrem a la família, el treball i al nostre entorn més pròxim. En el context de l’any 1413, Sant Vicent, emfatisa la importància que cada membre de la llar contribuïxca al benestar familiar. Proveïx als seus oyents en valiosos consells, recordant les responsabilitats específiques entre els esposos: oferir amor i assegurar les seues necessitats bàsiques; i d’estos cap els fills preocupant-se de la seua instrucció i manutenció. Veem, per tant, que no es constituïx com una preocupació merament espiritual, sinó que es tracta d’una pedagogia pràctica, recaent el seu interés pel desvelament per les qüestions materials imprescindibles per a la construcció d’una llar.
Esta “pau fraterna”- és necessària, de manera que ningú tinga mala voluntat i resentiment contra el l’atre, sino pau i bon afecte en ell.
Esta vocació de l’home a la fraternitat, Tonya no sols l’ha rebuda com un regal, sino que l’ha sembrada i l’ha feta créixer baix el model dels cuidats. Des de la seua infància feliç en la senzillea dels carrers del barri del Cabanyal, fins a la seua vida adulta on eixe sentit màxim de fraternitat conseguix el zenit i es transforma en la seua família en Vicente i el seu fill Robert. És eixemple de com eixa realitat palpable de la seua Domus es construïx dia a dia en actes d’amor, compassió, sacrifici i veritat.
Finalment, Sant Vicent en el seu sermó exposa la pau «política», la que afecta a la dimensió social de la vida humana. Es tracta de la pau universal que fa possible que el treball, la ciutat, totes les nacions, o l’Iglésia, vixquen tranquiles i serenes, llunt de conflictes i violències, sempre en l’esforç, unitat i colaboració de tots. És en esta dimensió, on l’actuació pacificadora de Sant Vicent és més reconeguda. En Valéncia són famoses les seues mediacions en les querelles entre Centelles i Vilaraguts i la seua intervenció en el naiximent de l’Estudi General que enfrontava al Bisbe en els jurats de la ciutat. En la Corona d’Aragó sempre és recordada la seua intervenció en el Compromís de Casp que va solucionar el problema successori. En l’àmbit internacional són rellevants les seues posicions en la qüestió del Cisma d’Occident i les seues intervencions en les discòrdies entre Borgoñeses i Armagnacs. A tot això caldria afegir atres actuacions excelents com la seua postura en relació en la població jueva i musulmana.
Pero, estes actuacions mos recorden que la pau, com mos relata el poeta Charles Péguy, és com una fràgil flor que tracta de florir entre les pedres de la violència. El papà Benet XVI, mos instava a tots els ciutadans del món a ser interpelats per la crida de la pau, a ser exemple d’esta caritat, segons les nostres vocacions i possibilitat de poder construir i incidir en la polis. Este compromís pel bé comú, quan està inspirat per la caritat, té una valentia superior al compromís merament secular, institucional i polític.
I, és en esta dimensió, on puc parlar en major propietat fins i tot de Toña, gràcies a que fa aproximadament 10 anys, el nostre bon amic Nacho Grande mos va assentar junts per a treballar pels chiquets i chiquetes més vulnerables del barri valencià de Nazaret. És ací on vaig poder descobrir a una dona que realisa una acció inspirada i sustentada per la caritat. Una acció on liderant, posava a la disposició dels últims de la nostra societat, les seues virtuts rebudes. On, preocupada per com l’oblit dels valors i principis de la societat, impacten en la pèrdua del benestar de la persona.—
De esta manera, de forma ascendente, Toña, como portadora del espíritu vicentino y de acuerdo con el pensamiento del Santo, la conquista la realiza de forma ascendente. Primero la gesta en el corazón, la traslada a la boca para, finalmente, cristalizarla en obras.
Esta predicación de San Vicente, nos muestra, como hemos podido comprobar, como la paz no es un mero asunto teórico, sino que es un proceso vital del individuo que solo podemos, y debemos, vivir en comunidad. Ese misterio central de la paz proclamada no es una verdad abstracta, en una verdad humanada. Nuestro Patrón, nos recuerda que tenemos el deber de experimentar la vivencia de la Paz, pues… ¡Nadie da lo que no tiene! Y San Vicente, fue un gran pacificador ¡porque su existencia personal fue signo de Paz!
Y, de la misma forma que he comenzado agradeciendo… me gustaría finalizar reivindicando. Reivindicando la fiesta vicentina. Recordando como, los valencianos aquí presentes, sois testimonio de las enseñanzas de nuestro Pare San Vicent que, por sentido de la mayor de las justicias, hemos sabido reconocerle como nuestro santo patrono.
De este modo, al invocar su continua protección y ejemplo, observamos cómo unís voluntades y esfuerzos de manera desinteresada y generosa. Es admirable cómo, guiados por la esencia vicentina, contribuís altruistamente para preservar y enriquecer la vida de San Vicente. Este compromiso colectivo se erige como un tributo a la figura del santo, consolidando así nuestra identidad como Comunitat valenciana.
Y de ustedes, de vosotros, bona gent, necesitamos poner en valor y reivindicar como sois capaces de renunciar a la comodidad, y de juntaros. No solo para estar juntos sino para vivir unidos y construir forjados en el amor a un pueblo, elevando a categórico el espíritu vicentino.
Querida Toña, embajadora y representante de todos nosotros. Vas a ser durante un año testimonio vivo de la paz de Sant Vicent. Tienes la extraordinaria misión de mantener y enaltecer el mensaje de nuestro Ángel de la Paz. Y… que portadora más digna de la devoción y tradición de esta gran fiesta que nace hace 600 años. Como nos trasladaste el día de tu nombramiento… llenemos las calles, traslademos las fuerzas unidas de esta gran fiesta, celebremos la alegría de ser un pueblo con una cultura y una historia vicentina!!
Querida Junta Central Vicentina, felicidades por el acierto que han tenido en designar a Toña. Felicidades por ser portadores del testimonio y mensaje de San Vicente. Felicidades por ser instrumentos de paz.
Llegados a este punto, alzando la vista y observándoles, créanme, no hay mayor orgullo, no hay mayor honor y no hay mayor emoción que proclamar con fuerza:
¡Vixca Valencia!
¡Vixca Sant Vicent Ferrer!
Muchas gracias